El agua potable es uno de los escasos bienes de los que disponemos en el barco de una manera limitada, ya que dependemos de la capacidad que tengan los depósitos para calcular cuánta agua podremos consumir sin agotar las reservas. Cuando un barco se aprovisiona para una travesía, una de las cosas que suelen dejarse para el final es el llenado de los depósitos de agua, para poder salir con ellos a tope. Al igual que el combustible, en base a la capacidad que tengamos, nos va a condicionar la autonomía de la embarcación.
El agua se puede obtener también de la lluvia, si conseguimos tener un buen método de recogida. De hecho, una de las labores que suele hacerse cuando se navega por las zonas tropicales, es recoger el máximo de agua posible durante los chubascos de lluvia.
Otro método mas artificial, si queremos, es disponer de una potabilizadora, que es un aparato que va filtrando el agua de mar, sometiéndola a un proceso de desalinización para conseguir que sea potable. Estos aparatos, compactos, suelen ir instalados en la sala de máquinas en los barcos que disponen de un buen espacio para ello. Son equipos muy fiables, siempre que se haga un mantenimiento correcto de los mismos. También hay que decir que son prácticamente imprescindibles si se efectúa una travesía oceaníca, salvo que el barco disponga de grandes depósitos de agua.
Pero si no queremos complicarnos demasiado, y la travesía no es demasiado larga, haciendo un buen cálculo del agua que vamos a consumir podemos arreglarnos con los tanques del barco, si además lo reforzamos con botellas de agua potable. La norma básica para ahorrar agua a bordo es concienciarse de que es un bien escaso y por ello no se puede desperdiciar.
Veamos dos simples métodos de ahorro de agua en un barco:
Ducharnos o asearnos con agua salada. Muchos barcos disponen de bombas de agua salada, que recogen el agua de mar directamente a través del casco. También se pueden duchar los tripulantes en la popa del barco, con cuidado de no caerse, mediante baldes de agua. Si una vez aclarados nos frotamos bien con una toalla, no tendremos la sensación de picor que suele producir la sal.
Fregar la vajilla con agua salada. Esto también nos ayudará en el ahorro de agua potable. La mayoría de los barcos disponen de bomba de agua salada en el fregadero. Se puede fregar todo con agua salada, y después con un hilo de agua dulce, dar un aclarado rápido y superficial a la vajilla para que no quede sal en ella.
He navegado con personas que gastaban agua como si estuvieran en sus casas, dejando el grifo abierto mientras se duchaban o fregaban, cosa que ni siquiera deberíamos hacer en tierra, puesto que el agua nunca debe desperdiciarse. También suele ocurrir al llegar a casa tras una travesía en un barco, que suele costar vaciar un vaso de agua o una jarra en el fregadero si no se ha consumido. Eso nunca lo haríamos en el barco.
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