Estanqueidad o estanquidad, lo define el diccionario de la RAE de la siguiente manera: «cualidad de estanco (dicho de una embarcación bien dispuesta)»; y a continuación, si buscamos «estanco» en su definición marítima, nos lo define así: «Dicho de una embarcación: que se halla bien dispuesta y reparada para no hacer agua por sus costuras».
De esto vamos a hablar, de esa cualidad necesaria que debe tener toda embarcación para no hacer agua, no solo por sus costuras (juntas entre las tablas, soldaduras entre las planchas, ósmosis en los barcos de fibra, etc.) sino también por los accesorios y aberturas que tiene todo barco.
Es difícil que en un barco no se cuele el agua por algún lugar. Desde cualquier fisura que pueda tener en la cubierta hasta el agua que pueda entrar por una de las aberturas del casco en su obra viva. Salvo los submarinos, diríamos que prácticamente no hay ningún barco estanco al cien por cien. No obstante, siempre podremos minimizar la entrada de agua observando que determinados elementos estén en buenas condiciones y funcionen correctamente.
Elementos que conviene vigilar:
Tambucho. Debe de poder cerrarse cuando navegamos con mala mar. Normalmente, en buenas condiciones de tiempo suele ir abierto pero en caso de mal tiempo es un sitio por donde podría entrar mucha agua dentro de la cabina del barco.
Escotillas. Deben ir bien cerradas todas las que queden a proa de la bañera del barco en cualquier condición de navegación, ya que una ola imprevista podría provocarnos una grave inundación. Las que están a popa son menos susceptibles de sufrir una entrada de agua, aunque debemos vigilarlas atentamente y estar preparados para cerrarlas ante cualquier amago de salpicadura.
Portillos. Imprescindible cerrar los portillos que estén situados en el casco porque estarán muy cerca de la superficie de flotación. Los que están situados en los costados de la cabina también es bueno por precaución mantenerlos cerrados, aunque si las condiciones de mar son bonancibles, se pueden llevar abiertos para ventilar la cabina.
Manguerotes. Si el barco dispone de ellos, normalmente irán orientados en el sentido de la marcha y de por sí ya van montados en su caja dorada para que no entre agua en el interior del barco. Sin embargo, en caso de mala mar, deben orientarse hacia popa para evitar que un golpe de mar pueda introducir agua al interior.
Imbornales. Siempre han de estar libres de cualquier cabo, plástico, papel, etc., que puedan obstruirlos. Si los imbornales de la bañera no desaguan bien, corremos el riesgo de que se inunde la cabina a través del tambucho o de los cofres.
Grifos o válvulas de fondo. El talón de aquiles de muchos barcos. Un grifo de fondo que no cierre bien es una bomba de relojería. Cualquier rotura de la manguera que lleve conectado o una fuga imprevista en el sistema, puede tener la consecuencia de una fuerte inundación. Por tanto conviene revisarlos periódicamente y comprobar que no estén agarrotados. También las conexiones de los tubos o mangueras deben estar en buen estado.
Bocina del eje del motor. Otro lugar por donde suele entrar agua en muchos barcos. Importante revisar a menudo el prensaestopas y apretarlo si es necesario. En sistemas hidráulicos, revisar el nivel del aceite o grasa periódicamente.
Bombas de achique. Es el último eslabón en la cadena de elementos a revisar. Si la bomba de achique no funciona correctamente o está atascada, nos encontraríamos con un grave problema porque no podríamos achicar el agua embarcada debido a una inundación. Por lo tanto, conviene comprobar que la bomba achica adecuadamente con cierta frecuencia. Incluso si hablamos de un barco en el cual raramente entra agua, ocasionalmente podemos vaciar un balde de agua en la sentina para comprobar el buen funcionamiento de la bomba.
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