Parece que hablar de olas gigantes pueda ser un tema relacionado con películas que impactan al espectador con imágenes de dichas olas tragándose un barco, o bien una noticia sensacionalista leída en cualquier periódico o revista semanal. Pues no lo es. Efectivamente existen y hay testimonios de barcos que las han sufrido. Son olas que pueden oscilar entre los 15 y 30 metros de altura, es decir, murallas gigantes de agua frente a las cuales pocas posibilidades existen de salir bien parado con una embarcación de recreo.
Pero, ¿por qué se generan olas tan grandes? Los estudios sobre las olas grandes suelen concluir que son varios los factores que las producen. Los más generales son:
Viento intenso soplando en contra de una corriente fuerte, hace que se forme una ola corta y vertical que dependiendo de la intensidad del viento puede ser de más o menos altura. En el océano, y con olas grandes ya formadas, esto puede hacerlas crecer exponencialmente de tamaño. Es un fenómeno que a menor escala se puede comparar con las olas generadas en la barra de una ría cuando las olas van enfrentadas a la corriente vaciante.
Fetch de gran extensión. Si el viento sopla en la misma dirección a lo largo de miles de millas, la olas que se generarán serán muy altas y un porcentaje de esas olas puede llegar a alcanzar una altura considerable.
Combinación de varias olas que se van agrupando y llegan a formar una ola de gran tamaño. Si además le sumamos la corriente en contra y un gran fetch, entonces tenemos el cóctel necesario para formar una ola gigante.
En relatos de marinos que han sufrido este tipo de olas o quizás no de tanto tamaño pero al fin y al cabo olas grandes, prácticamente todos coinciden en el sonido que se produce cuando se acerca la ola: un ensordecedor rugido, similar al de un tren pasando a gran velocidad. Posteriormente también relatan que el barco se ve golpeado con mucha intensidad por una muralla casi sólida de agua, y después el caos total. Si hay alguien en cubierta y no se encuentra amarrado al barco, probablemente caerá por la borda y se perderá en el mar.
Dentro del barco, como prácticamente seguro que se producirá el vuelco, los objetos que no se encuentren bien trincados volarán como proyectiles golpeando todo lo que se encuentre en su trayectoria. Se suelen producir también contusiones y fracturas entre los tripulantes. En la regata “Sidney-Hobart” de 1998, en uno de los barcos, un tripulante sufrió una grave fractura en la pierna que le tuvo invalidado para poder hacer cualquier tarea a bordo hasta que le rescataron en helicóptero. Roturas de costillas también son frecuentes durante dichos accidentes.
En esa misma regata, uno de los pilotos de helicóptero que participó en la operación de rescate, relató con posterioridad que el altímetro del helicóptero le llegó a marcar un metro de altura, encontrándose inicialmente a unos veinte metros de altitud al comenzar el rescate de los tripulantes del barco, lo que quiere decir que hubo olas de al menos veinte metros o más durante la regata.
Existen también relatos de marinos de barcos mercantes que navegando por la zona de Sudáfrica han sufrido el impacto de grandes olas. Es una zona en la que la corriente del cabo de Las Agujas fluye hacia el sudoeste. Cuando un temporal de los que se forman en los “cuarenta rugientes” se encuentra con la corriente, a veces se forman olas gigantes.
Otro mar donde se forman olas gigantes es el Océano Antártico. En esa parte de la tierra, las borrascas se van generando casi continuamente. Las olas producidas por esas borrascas no encuentran ningún trozo de tierra donde romper, salvo algunas pequeñas islas, y por lo tanto dan la vuelta a la tierra a gran velocidad. Todos los marinos que han doblado el Cabo de Hornos han contado que las mares que se forman por esa zona no se dan en prácticamente ningún otro océano del mundo.
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