No es nuevo que las orcas ataquen a los barcos, aunque últimamente han aparecido en los medios de comunicación varias noticias relacionadas con este asunto.
Las orcas, también conocidas como “ballenas asesinas” no han recibido ese nombre por ser unos animales mansos. Son conocidos los ataques que en grupos hacen a las ballenas, no pudiendo defenderse éstas ya que no tienen dientes y lo único que pueden emplear es su gran fuerza con la cola. También se dice que los tiburones huyen de ellas. Con los cachalotes será otra cosa porque éstos sí que tienen unos buenos colmillos.
Sin embargo, lo que os interesa no es tratar sobre las costumbres entre los animales marinos, sino estudiar por qué se producen esos ataques hacia los barcos. Como escribía al principio, desde hace muchos años se han observado ataques a los barcos. Lógicamente sufren más las embarcaciones pequeñas que las grandes. Parece ser que las orcas tienen una gran capacidad de audición y buena visión pero carecen del sentido del olfato.
Hace años se hablaba de ataques de orcas, lanzadas contra barcos de vela, a los que confundían con otras ballenas. De hecho, hubo barcos hundidos por orcas. Uno de los casos más dramáticos fue el de un yate de madera que sus propietarios habían comprado con los ahorros obtenidos durante su vida de granjeros en Escocia. Decidieron dar la vuelta al mundo con sus hijos para que ampliaran sus horizontes sobre la vida en la escuela del mar.
Después de haber cruzado el Atlántico y posteriormente el Canal de Panamá, se dirigieron a las islas Galápagos, y después de unas semanas de estancia placentera por allí, largaron amarras rumbo a las islas de la Polinesia. Una o dos jornadas después de haber partido, un grupo de orcas les atacó, con la mala suerte de sufrir una vía de agua por rotura de una de las tablas del forro del casco. El barco se hundió en unos escasos minutos, dándoles el tiempo justo de hinchar la balsa salvavidas, poner a flote también un dinghy y aprovisionarse con el agua y alimentos que pudieron coger. Después de casi tres meses a la deriva y con graves problemas de salud, consiguieron ser salvados por un pesquero japonés que pasaba casualmente por la zona. Las corrientes les habían hecho derivar cientos de millas hacia el noroeste del lugar del hundimiento.
Como las orcas utilizan ultrasonidos para orientarse, similar al de los delfines, se suponía también que podían ser molestadas por determinadas frecuencias que emite el radar, el sonar o quizá las sondas. Podría ser un motivo de los ataques hacia los barcos.
Un yate de fibra de vidrio o de madera es muy frágil y cualquier raja producida en el casco por una orca puede ser una catástrofe. Los barcos de acero o aluminio son más sólidos y sería menos probable que pudieran sufrir graves daños.
Los últimos ataques que han sufrido los barcos, curiosamente, se han producido en los timones. ¿Por qué? ¿Quizá piensen que es la aleta de otro animal marino? Los científicos lo dirán, pero mientras, los patrones de los yates, tendrán que extremar las precauciones cuando avisten a estos grandes cetáceos.
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