Durante muchos años, e incluso siglos, la manera de comunicarse entre los barcos era mediante banderas o a la voz si la distancia lo permitía. Pero a pesar de la aparición del telégrafo y de la radio, estos métodos continuaron utilizándose en muchas ocasiones.
Antaño, los barcos de vela permanecían en la mar durante muchas semanas e incluso meses porque dependían de los caprichosos vientos que soplaran en sus rutas. Era frecuente no cruzarse con ningún barco en mucho tiempo y cuando esto sucedía era un motivo de alegría para todos. Un barco podía traer buenas o malas noticias, pero por lo menos se rompía la rutina de la vida a bordo.
Si era posible aproximarse, entonces mediante un megáfono o haciendo altavoz con las propias manos, se preguntaba el nombre del barco, puerto de origen, carga, etc. A veces era un barco conocido y otras veces no, pero eso no importaba porque por lo menos alguna novedad traería. Después venían las despedidas y el deseo de una buena travesía y los barcos se iban alejando hacia la línea del horizonte, desapareciendo lentamente tras él.
Pero no siempre que se encontraban dos barcos era un motivo feliz para uno de ellos y esto ocurría durante los periodos de guerra en el mar. Si un barco de guerra preguntaba mediante un proyector de señales o banderas: ¿Qué barco? entonces era para verificar que no se trataba de un barco de un país enemigo o que pudiese transportar contrabando de guerra aún siendo neutral.
Si el barco de guerra izaba la bandera “L” del Código Internacional de Señales, significaba Pare su buque inmediatamente. Cuando el barco en cuestión no se paraba, entonces comenzaban los cañonazos de aviso que a veces producían incendios y muertes, así que era mejor parar la máquina y dejarse inspeccionar.
Dejando de lado los tiempos de guerra, antes de existir los métodos de posicionamiento por satélite, la posición en alta mar se obtenía mediante la medición de la altura de las estrellas y los planetas con el sextante. En los puentes de los barcos mercantes no era tan difícil hacerlo como en los barcos pequeños y por ello muchos navegantes aprovechaban la proximidad de un carguero para pedirle la posición, si se daba la coincidencia de que el mercante pasara cerca del yate. En ese momento se intercambiaban saludos y se obtenían también noticias de tierra. Incluso hubo un célebre navegante solitario, Bernard Moitessier, que lanzaba sus rollos de película de foto y cine además de las cartas, metidos dentro de una bolsa estanca, mediante un tirachinas fabricado por él mismo. La mayoría de las veces acertaba pero en alguna ocasión también falló. De este modo enviaba a los periódicos que publicaban la información sobre la regata toda su documentación gráfica. Hoy en día se hubiera enviado por satélite y además en tiempo real.
Actualmente ha evolucionado todo, de modo que con un simple vistazo a la pantalla de un plotter podemos visualizar el nombre del barco, país de abanderamiento, velocidad, rumbo, etc., si éste dispone de un Ais. O también se le puede llamar por la radio de Vhf porque con el Ais conoceremos su nombre o distintivo internacional. Esto también facilita la labor de Salvamento Marítimo, al tener localizados a los barcos permanentemente.
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