Hace tiempo un profesor de navegación nos recomendaba una técnica muy eficaz a la hora de facilitar la recalada en un puerto: preparar la ruta con anticipación, de modo que al llegar a las cercanías del puerto o canal de entrada, tuviéramos los rumbos entre las boyas trazados en la carta, con las distancias también apuntadas.
Esto que puede parecer un poco antiguo, te puede evitar el tener que estar empleando tiempo sobre la carta náutica, en un momento en el que es crucial estar atentos al tráfico de barcos que te puedes encontrar. De un vistazo, a medida que vas pasando las boyas, puedes ver el rumbo siguiente y la distancia al próximo punto de recalada. Esto redunda, además, en la propia seguridad del barco.
Estoy de acuerdo en que hoy en día prácticamente todo el mundo utiliza (utilizamos) el plotter para seguir la ruta de entrada, pero un buen navegante debe tener en cuenta siempre los imprevistos que te pueden dejar fuera de funcionamiento en unos segundos, un Gps, un radar, un plotter, etc.
No es nada antiguo utilizar la carta de papel para elaborar una ruta: todo lo contrario. Incluso la visión que te da el tamaño de una carta de papel nunca te la va a dar una pantalla de plotter o de ordenador, por muy amplia que ésta sea. Quizás lo más recomendable de cara al navegante deportivo, es trazar la ruta en casa, cómodamente instalados sobre una mesa amplia, lo cual facilita el despliegue de toda la carta y la utilización del transportador de ángulos, compás de puntas, regla larga, etc.
Además, también es muy útil marcar las hojas de los Libros de Faros y Derroteros de las zonas por donde vamos a navegar.
Por último, otro consejo relacionado con la navegación tradicional: trabajar la estima sobre la carta y apuntar todas las posiciones, rumbos y lecturas de la corredera en un cuaderno. Esto también nos puede evitar sustos y dejarnos sin saber cual es nuestra posición actual, incluso aunque ésta pueda tener algún error.