A veces parece que la navegación es una actividad que únicamente se puede practicar durante los meses estivales. Es cierto que durante esa época el día es más largo y la temperatura más agradable. Por otro lado, normalmente el tiempo suele ser más benigno, aunque en el Cantábrico y en otros mares no siempre el verano es una garantía de buen tiempo.
Cruzando el Atlántico. Enero de 1989
Sin embargo, el placer que produce navegar en esta época en la cual el mar está menos masificado también compensa los rigores de la temperatura que podamos sufrir.
Es muy importante valorar los riesgos que la navegación conlleva en estas condiciones: una caída al agua con una temperatura de, por ejemplo, 11 grados, puede ser fatal debido al shock y la hipotermia que ello conllevaría. Por ello el equipamiento es muy importante. No solamente en lo que respecta al chaleco salvavidas o al arnés de seguridad, sino también a la ropa que tendremos que llevar puesta. Ni que decir tiene que seguir la norma de las tres capas es fundamental. En primer lugar es importante llevar una buena ropa térmica interior que será la que estará en contacto con el cuerpo. En tiendas especializadas de deportes existen infinidad de modelos diferentes para elegir. Este tipo de ropa, además, tiene la ventaja de que transpira. En el caso de hacer un esfuerzo físico y sudar, el sudor no tardará en evaporarse y por ello será más confortable permanecer en la cubierta sin estar mojado.
Cruzando el Atlántico en Marzo de 2003
En segundo lugar debemos ponernos otra prenda tipo forro polar que permitirá mantener el calor que genera nuestro cuerpo y además facilitará también la transpiración. Lo único que hay que tener en cuenta es que el forro polar no corta el viento, salvo modelos muy específicos, y por ello será imprescindible la tercera capa, que en el caso de la navegación siempre será la ropa de aguas. Existen también gorros de material similar que son imprescindibles para mantener la cabeza caliente y que no se nos enfríen las ideas.
La ropa de aguas es para el navegante lo que las botas para el montañero. Una ropa de aguas inapropiada puede suponer que en vez de disfrutar de la navegación, estemos deseando llegar a puerto cuanto antes. Mucho ha llovido desde aquellos impermeables encerados que se utilizaban antiguamente en los barcos. Después vinieron las prendas plastificadas, que aunque no dejaban pasar el agua tampoco dejaban que el sudor transpirase, con lo cual el cuerpo permanecía mojado por dentro.
A mediados del siglo pasado se comenzó a introducir el nylon, que además era más resistente, pero tampoco dejaba transpirar. Además esas ropas de agua pesaban mucho y eran incómodas para maniobrar en la cubierta. Con la llegada del gore-tex y otras membranas similares, se consiguió que el vapor de agua del cuerpo se expulsara hacia afuera, con lo cual ya se acabó con lo de permanecer mojado aunque tuviéramos puesta la ropa de aguas. Además, dichos materiales pesan mucho menos que el nylon y permiten estar más ágiles a la hora de movernos por la cubierta del barco. Otra ventaja añadida es que en el caso de caída al agua, será más fácil permanecer a flote ya que estos materiales flotan, no como por ejemplo el algodón. Además, la mayoría de las prendas llevan incorporadas tiras reflectantes que permiten localizar con mayor facilidad a una persona que haya caído al agua.
Navegación invernal en el Abra de Bilbao
Un último eslabón, pero muy importante en cualquier equipamiento para el navegante, serían las botas de agua. Tradicionalmente se habían utilizado las clásicas botas de caucho, que son extra-impermeables pero que si las tienes puestas durante mucho tiempo hacen que el pié pueda reblandecerse debido al sudor, y además provocar llagas. Además la goma no hace que el pié esté caliente. Para solventar este problema surgieron fundas de forro polar que se colocaban como una especie de calcetín por encima del pie. Esto ayudaba a guardar un poco el calor. Pero como en el caso de las ropas de aguas, también se comenzaron a fabricar botas de gore-tex, combinadas con cuero tratado, que facilitan la transpiración además de mantener los pies calientes. Ello también ha dado como resultado una reducción considerable en el peso de las botas.
Atravesando el Estrecho de Gibraltar en Febrero de 1989
Un último consejo es que cuando vayamos a adquirir una ropa de aguas miremos bien los precios y comparemos, ya que actualmente hay mucha variedad en el mercado, con prendas de mucha calidad, y no merece la pena gastarse demasiado dinero. Además debemos tener en cuenta qué tipo de navegación vamos a realizar ya que existen ropas oceánicas y costeras y ahí si que suele haber mucha diferencia en los precios.