Otro libro muy marinero de Tintín es «El Tesoro de Rackham el Rojo». En este libro, Tintín y sus amigos embarcarán en el barco «Sirius», que había aparecido en «La Estrella Misteriosa». Van a la búsqueda de un tesoro rumbo al mar Caribe. Este tesoro iba en el galeón de un antepasado del capitán Haddock, que fué abordado por el pirata «Rackham el Rojo» y posteriormente hundido, debido a una explosión, cuando estaba fondeado en una isla del Caribe.
En esta aventura de Tintín aparece por primera vez el profesor Tornasol, que está sordo como una tapia. A pesar de los empeños contrarios del capitán, conseguirá finalmente embarcar de polizón debido a su tozudez, pero a bordo de un bote salvavidas. Cuando el pobre capitán Haddock va a revisar su reserva de whisky a la bodega, descubrirá que sus botellas han sido sustituidas por un entramado de chapas de acero que forman parte del submarino que ha inventado Tornasol. Gracias a este submarino, Tintín podrá sumergirse en las profundidades del mar para buscar el tesoro. También embarcan los policías Hernández y Fernández.
El pobre capitán sufrirá y se desesperará debido a la sordera de Tornasol. Además es desternillante la escena en la que Hernández y Fernández dudan de la exactitud de los cálculos astronómicos del capitán.
Al final regresarán del Caribe sin haber encontrado el tesoro, pero el Castillo de Moulinsart, heredado por el Capitán, les deparará una grata sorpresa.
Por último destacaría el libro con el que más me he reído y disfrutado: «Stock de Coque». En este libro se nota que los dibujos están muy logrados y con mayor detalle, debido a la experiencia y los años de Hergé.
La parte náutica comienza con Tintín y el capitán a bordo de un «sambuk», típica embarcación de cabotaje de las costas de Arabia y del Este de Àfrica. Ellos embarcan con destino a la Meca para investigar una oscura trama relativa al tráfico de esclavos negros. La navegación a bordo de dicho barco les va a durar poco ya que, seguidos por los «malos», son ametrallados por un avión y se convierten una vez más en náufragos a bordo de una balsa hecha con bidones y tablas de madera. En dicha balsa recogerán al mismo piloto que los ha hundido pero que se hará posteriormente amigo de ellos, demostrándoles su fidelidad. Su nombre es Pst y es de Estonia.
Son recogidos por el yate del Marqués de Gorgonzola, que no es otro que el perverso Rastapopoulos, viejo conocido de ellos en otras aventuras. Hay una fiesta a bordo y son conducidos a sus camarotes sin muchas ceremonias. Como son unos invitados incómodos, Rastapopoulos amañará un encuentro con el mercante «Ramona», abanderado en Panamá, y al mando de Allan, el que fuera contramaestre de Haddock en el también mercante «Karaboudjan» (El Cangrejo de Las Pinzas de Oro).
Una vez a bordo del «Ramona» les encierran en un camarote y les separan de Pst, el piloto. Esa misma noche se produce un incendio y son abandonados por la tripulación. Consiguen sofocarlo y poner en marcha las máquinas, gracias a la pericia del capitán. Pero se llevarán una sorpresa al comprobar que las bodegas del barco están repletas de negros que van con destino a La Meca para ser vendidos como esclavos. Debido a ello, cambian el rumbo del barco para desembarcarles en Djibouti. Pero sus aventuras no acaban ahí. Un submarino enviado por Rastapopoulos intentará hundirles, creando una de las escenas más divertidas de todos los libros de Tintín: el capitán Haddock liándose a martillazos con el telégrafo de ordenes a la máquina porque se le queda atascado en marcha atrás.
Un barco de guerra americano va en su ayuda y consigue evitar el hundimiento del «Ramona».