Jueves, 22 de Mayo de 2003. Buscamos a un mecánico que nos pueda solucionar la avería de la polea de la bomba de agua. Como en Rota están a tope de trabajo, nos desplazamos a Puerto Sherry, contactamos con uno, y nos promete que por la tarde vendrá al barco.
Reza un viejo dicho: «el que espera desespera». Pues bien, eso es lo que nos ocurrió ayer. Al final el mecánico no pudo venir al barco por la tarde. Este retraso nos fastidia un poco, ya que aunque ahora mismo hay temporal de levante en el Estrecho de Gibraltar, los partes dicen que para mañana amainará y podríamos largar amarras si ya tenemos todo en orden. Además el viento rolará a poniente, o sea, mejor imposible.
Por la tarde, mientras esperamos a los mecánicos, hacemos combustible, ya que nos han dejado estar amarrados al pantalán de la gasolinera y no tenemos que mover el barco. Pero los mecánicos finalmente nos llaman diciéndonos que hasta mañana no podrán venir. Esto ejercita mucho la paciencia de uno, virtud muy importante en la vida de un navegante…
El sábado por fín viene el mecánico y nos repara la avería de la bomba. A las 12-00h largamos amarras y después de abandonar la bahía de Cadiz, ponemos rumbo hacia el cabo de Trafalgar. El viento sopla flojo del Oeste, aunque en Tarifa probablemente arreciará debido al embudo que forma el continente europeo con África. Navegamos por ahora a motor, haciendo 7 nudos de velocidad.
Por la tarde doblamos la punta de Tarifa con viento moderado pero no demasiado fuerte. Como tenemos la corriente a favor, vamos haciendo 9 nudos sobre el fondo, lo cual no está nada mal. El viento se mantiene, aunque por la noche amaina y al amanecer rola al Nordeste, soplando con fuerza 6, lo que hace que no avancemos más que a 3 nudos. Esto es normal, debido a la ola corta que se forma en el Mediterráneo en esas condiciones.
Al mediodía el viento vuelve a amainar y rola al Sureste. Seguimos navegando a motor, ya que si no, nos retrasaríamos mucho. Calculamos un promedio de 7,1 nudos desde que salimos de Rota y nos faltan 406 millas hasta Palma de Mallorca, nuestro destino.
A las 21-00h doblamos el cabo de Gata, dando rumbo hacia el Sur de Formentera. El tiempo sigue estable, con viento flojo, y la mar está como un plato, apenas un poco rizada por la ligera brisa que sopla. Esa noche estaremos atentos al tráfico de barcos mercantes, que por aquí es muy abundante debido a la ruta directa entre el cabo de Palos, en Murcia, y el cabo de Gata. Afortunadamente la visibilidad es buena y no tenemos mayor problema con los barcos que nos cruzamos. Nunca hay que fiarse de los barcos mercantes, ya que a veces se despistan los oficiales que están de guardia y puedes llevarte un susto.
Durante la noche, estando ya al Sur de Formentera, tenemos un pequeño susto con un remolcador que llevaba un remolque de más de 200 metros, según sus luces, y que además navegaba muy despacio. El caso es que íbamos a pasar bien libres por su proa, sin riesgo de colisión, pero observamos que justamente a popa del remolque venía otro barco con el que no teníamos margen. Así que tuvimos que caer a babor rápidamente y dejarle al remolcador por estribor, avisándole previamente por el radioteléfono de Vhf.
Al amanecer, en el canal entre Ibiza y Mallorca, empieza a soplar viento fuerte del Norte, que nos pega por la amura de babor. Enrollamos la vela mayor porque flamea mucho y ya no nos empuja nada. Seguimos a motor, y finalmente a las 15-30h amarramos en el Club de Mar de Palma de Mallorca.
El resumen es que ha sido una travesía muy accidentada y lenta pero sin incidentes graves que reseñar, salvo la rotura del estay y la avería en el motor. Sin esto probablemente hubiéramos llegado mucho antes. El promedio de velocidad de todo el viaje ha sido de 3,95 nudos, lo cual es poquísimo. Hemos hecho un total de 4137 millas en casi un par de meses de navegación.
En Palma de Mallorca, a 27 de Mayo de 2003